10 de diciembre 2018
Entender el concepto «empoderamiento» es complejo.
Si pienso conmigo misma y cómo me he empoderado a lo largo de mi vida, puedo resumir perfectamente las decisiones que he tomado, pero me cuesta explicar cómo he llegado a tomar estas decisiones. Podría intentarlo hablando del contexto, hablando de la época en concreto, de mi situación personal, familiar y social del momento, pero me cuesta ser consciente de mi propio proceso de empoderamiento. Se me ocurren expresiones para definir este proceso como confianza en mí misma, seguridad, vínculo, espíritu crítico, etc.
Con esta breve reflexión considero que podría definir el empoderamiento como un proceso de aprendizaje en el que se adquieren diferentes aptitudes, habilidades y conocimientos para afrontar decisiones y retos.
Evidentemente, en este proceso intervienen las capacidades de uno mismo, las experiencias previas, los diferentes entornos o espacios sociales y familiares y los momentos en que se producen. Para mí el objetivo del empoderamiento radica en el hecho de ser capaz de tomar decisiones y de hacer frente a las adversidades, teniendo en cuenta quién soy y qué quiero, sin olvidar que somos seres sociales.
Para mí los diferentes procesos de empoderamiento que realizamos las
personas radica en nuestra propia diversidad.
Aprender que somos diferentes nos puede ayudar a entender más fácilmente por qué unos reaccionan de una manera ante una situación y los otros de otra. Para mí, una manera de hacer que los alumnos se den cuenta de que en algunos aspectos son diferentes, es evidenciar verbalmente sus dificultades y sus potencialidades. Y, más adelante, evidenciar las de los demás.