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Sube al momento en el qué estás. Tu camino es como un scrapbook, un puñado de páginas a revisitar, decisiones tomadas, aciertos inadvertidos y afortunados errores. ¿Qué factores te han llevado hasta dónde estás?

Bitácoras en Órbita te permite navegar por un collage de impresiones que diez profesionales de la educación han recogido a lo largo de un año en sus cuadernos de campo.

Su viaje es un itinerario circular e infinito, que te animamos a seguir a tu gusto para que te pierdas en las diferentes etapas que conforman el paisaje del empoderamiento.

Bitácoras en órbita
El empoderamiento es un trayecto continuo e infinito. El círculo que verás a continuación quiere ser su representación. En él se alojan, en forma de circunferencias de colores, las diferentes etapas del proceso de empoderamiento que diez profesionales de la educación han ido definiendo con sus reflexiones. Al seleccionarlas, podrás ver en qué etapa remiten y descubrirás los materiales elaborados para describirla.

Los diferentes colores responden a tres tipos de recursos:
Las circunferencias verdes contienen páginas de cuadernos de campo.
Las de color naranja, piezas audiovisuales sobre temas específicos, registradas por los mismos educadores.
Las de color amarillo contienen fragmentos de cuatro focus group donde los participantes compartieron experiencias.

A través de estos materiales, podrás profundizar en el significado de un término abstracto y poliédrico como es el del empoderamiento juvenil; circulando por sus etapas, desde la reflexión previa hasta la evaluación de los resultados.

En el menú de la parte superior derecha, podrás conocer más sobre el proyecto y también acceder a un archivo de los materiales, donde podrás filtrarlos por conceptos e intereses determinados.
Esta página se ha elaborado siguiendo las recomendaciones de utilización de lenguaje no sexista. Por ello, en la medida de lo posible, se han utilizado expresiones genéricas que incluyen la diversidad de géneros. Para aquellas situaciones en las que esto es complejo, se ha utilizado la forma normativa del masculino genérico propia de la lengua castellana. A no ser que se especifique lo contrario, se debe tener en cuenta que esta forma engloba tanto el masculino como el femenino.
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"Me llamo Luis Rubió y vivo en la comarca de la Garrotxa, concretamente en Olot . Soy una persona muy implicada en los movimientos sociales de mi ciudad y me cuesta mucho aceptar y no actuar ante una injusticia, sobre todo las que afectan a las personas.

Me sitúo políticamente a la izquierda de la izquierda, y supongo que por eso intenté dar un recorrido a esta cuestión estudiando la Diplomatura de Educación Social.

Hace más de diez años que trabajo en el ámbito juvenil y lo he hecho y hago desde diferentes posiciones y espacios: desde justicia hasta ocio. Actualmente trabajo de Técnico de Educación y Juventud en el Ayuntamiento de Vall d’en Bas."

 22 de abril, 2019

 

Cuando trabajamos con las personas nos cuesta mucho establecer criterios metodológicos. Aunque, teóricamente, nuestros estudios y formación ponen mucho énfasis en establecer perfiles de jóvenes concretos, hay que tener claro que cada persona seguirá siendo un mundo y cada uno se tiene que enfrentar a los procesos de empoderamiento de manera diferente.

A nivel teórico, todos los profesionales de la educación tenemos claro que debemos seguir unos pasos, pero también debemos tener muy claro que estos pasos son totalmente modificables. De hecho, si algo caracteriza a la educación, es que no tiene una

estructura rígida, sino que se dibuja y se transforma al mismo ritmo que aprendemos y vamos estableciendo relaciones educativas. La educación es un proceso que se va construyendo de manera paralela y compartida entre educadores, educandos, agentes externos, recursos, etc., y no un conocimiento que se transmite de forma unilateral.

Evidentemente, es importante tener una formación y una estructura más o menos clara antes de iniciar cualquier acción educativa. Personalmente, hay una serie de pasos que siempre sigo: primero, deshacerme de todas las etiquetas que puedan someter al joven (etiquetas que provienen de los barrios, de la escuela…) para procurar que no condicionen la manera que tengo de relacionarme. Es

muy difícil porque vivimos en el mundo de las etiquetas, pero, precisamente por eso, esta tarea distingue a un buen profesional.

Lo segundo que siempre hago es acercarme al joven de manera personal: hablándole muy de tú a tú, tratando de establecer vínculos afectivos y transmitiéndole mucha emocionalidad. 

A partir de aquí, podría dibujar una estructura con ejes y fases muy pautadas, pero entendiendo el proceso educativo como un proceso compartido, inevitablemente, los puntos y las fases se alargan, se acortan o, incluso, se saltan. En la arquitectura de los procesos de empoderamiento de los jóvenes tenemos que abanderarnos de la flexibilidad; no debemos tener miedo de romper 

esquemas, desgarrar y rehacer fichas y, sobre todo, no debemos tener miedo de equivocarnos. Las estructuras están para romperlas y, por mucho que nos hayan servido una vez, es posible que no nos sirvan nunca más o que aquella estructura nos sirva para construir otra o para saber que no la tenemos que usar. Está bien tener referencias estructurales de procesos muy pautados, pero al final estos solo nos tienen que servir para empezar a construir el proceso de manera compartida, de tú a tú, con cada joven.

Lluís Rubió; técnico de educación
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