15 de mayo, 2019
Como profesionales debemos ser cuidadosos con lo que prometemos o con lo que decimos a los jóvenes y ver realmente si lo podemos cumplir o no porque si no será una decepción que, aunque a veces no la veamos o no la hagan evidente, hará que el vínculo de confianza con aquel joven quede debilitado. Por eso mismo, si algo no lo sabemos o no conocemos cómo puede desarrollarse, mejor explicarles a ellos que no lo tenemos claro para que lo puedan preguntar a alguien de referencia.
(…) Lo que más me funciona es que (los jóvenes) me vean como una persona que también tiene sentimientos y que
también sufre por las cosas. Poniendo un límite, porque no dejo de ser su profesora y responsable, pero considero que se les puede explicar las cosas tal como son sin intentar «hacerles pasar por tontos» o como si no nos pudieran entender. Creo que ellos valoran este acercamiento más transparente y pienso que después también me es más fácil poner el límite y la consecuencia de las cosas para que el vínculo creado no parte del «colegueo» sino de la confianza de la persona que intenta ser comprensiva, marcando la distancia de no ser un amigo, sino un adulto que está a su lado.
A veces hay profesores que piensan que los alumnos son un trofeo, quién hace más caso a quien o con quién la lían menos. Para mí lo que importa son los pequeños acercamientos en pequeño
grupo o individualmente, mostrar interés en lo que se les da bien, interesarse por su bienestar y darles un espacio de una forma comprensiva y no juzgando por cómo se sienten o por lo que hacen. La norma sin un argumento o sin una comprensión del porqué es necesaria, poco funciona con los jóvenes. No se trata de explicarles todo, pero la autoridad o el liderazgo que tenemos sobre los jóvenes debe ser inspirador y no autoritario y disciplinado y el trabajo debe ser pensado para ellos y no para nuestra comodidad o por nuestro sistema. Solo así las cosas funcionan conjuntamente.
El profesional debe ser capaz de trabajar por el grupo que tiene en frente, creando vínculos de confianza y seguridad, de empatía y de trabajo en equipo.
A lo largo del tiempo, las aulas, las metodologías y los docentes vamos cambiando nuestra forma de enseñar y de aprender para adaptarse a un contexto diverso y que ofrezca las oportunidades de aprendizaje para todos y cada uno de nuestros alumnos teniendo en cuenta su contexto. Evidentemente, necesitamos un liderazgo para llevar a cabo todo esto, pero este liderazgo debe ser “desde la emoción”*.
* Este concepto de “ser un líder desde la emoción” lo he extraído del Xesco Espar, pero yo me identifico mucho por mi forma de ser y de cómo pienso que debería ser mi tarea.