9 de marzo 2019
Santiago de Compostela,
tremendamente nublado.
Ilustrando el empoderamiento
Hoy voy a compartir contigo alguna situación en la que crea haber contribuido al empoderamiento de algún o alguna joven. […] El caso del que quiero hablarte es el de una joven de 23 años. […] Acudió a mi porque estaba pasando por una depresión que se había desencadenado en el contexto de una relación de pareja. El panorama global era que estaba muy perdida en todos sus ámbitos vitales: vocación, pareja, residencia, autoidentidad, gestión de las emociones, proyecto de vida… Así que empecé a trabajar con ella poniendo orden.
Poner orden es una de las cosas más sanadoras que hay en el trabajo terapéutico. Orden a sus relaciones dentro de su familia y con la pareja de entonces, orden a las emociones que se le despertaban y de donde venían, orden a sus intereses profesionales y vocacionales, ordena sus relaciones de amistad y a su realidad en el pueblo que vivía (y digo vivía porque ya no vive allí, lo cual es un indicador de la evolución de su trabajo terapéutico). A la par que ordenábamos yo le “daba empatía”, es decir, favorecía un tiempo y un espacio donde se sintiese escuchada, acogida, respetada y apoyada.
Con estas comprensiones, y con paciencia, fue tomando decisiones que son, en mi opinión, el indicador de que ella avanza hacia su empoderamiento.
La primera decisión fue ordenar su cuarto. Puede parecer una trivialidad pero el orden o desorden del lugar donde vive habla, de manera simbólica, de cómo está ella por dentro. Otra decisión que tomó fue la comprarse un coche de segunda mano lo que le permitía tener más autonomía de movimiento. A nivel simbólico, tener su coche propio significaba para ella tomar las riendas de su vida, ser autónoma y no depender del coche de su padre o de su hermano.
Fue interesante una observación que hizo hace poco: “me siento peor que hace un año (cuando vivía en su pueblo) pero me siento más libre”. Vamos, que está en pleno proceso de desintoxicación anímica lo que le está permitiendo conocer más espacios interiores.
Estos cambios se han ido produciendo paulatinamente en el transcurso de un año de trabajo con ella. Aun queda mucho por recorrer, pero los primeros pasos ya los ha dado y, como ella misma dice, “no hay marcha atrás”.
En general, el telón de fondo que hay con muchos de los jóvenes con los que trabajo es el de emanciparse de la casa de los padres, encontrar sentido a su orientación profesional, lanzarse a buscar trabajos que les permitan tener independencia económica, aclarar relaciones tóxicas de pareja y de familia o hacerse cargo de sus necesidades fisiológicas.
En mi trabajo procuro combinar lo que denomino vía externa con vía interna. En la vía externa están estos aspectos de
vivienda, trabajo, vocación, salud y relaciones sociales. La vía interna la componen las actitudes y reacciones emocionales y cognitivas desde las cuales los jóvenes afrontan la vía externa.
Seguiremos compartiendo reflexiones.
